A LA CARGA MI ROCK&ROLL
Hoy escuchamos La Renga
Hay discos que son perfectos. Resistentes al agua y al paso del tiempo. Transcienden al contexto y a la banda. Se escuchan solos, de un tirón y pueden repetirse varias veces seguidas y no cansan. Despedazado por mil partes es uno de esos discos, una obra maestra del rock nacional, que está a la altura de muchos otros clásicos, y merece ser atesorada y guardada para la posteridad.
¿Con quién hablar cuando no hay nadie?
Frustrada con el factor cíclico de la vida, caigo en la cuenta de que termina siendo verdad aquello de que "El final es en donde partí". Estoy rota, insoportablemente viva y recurro a este disco buscando consuelo para mi locura. Mientras me dispongo a juntar los pedazos de mi (in)conciencia, escucho la Renga.
Despedazado por mil partes tiene el sesgo provocativo del rock, que se manifiesta incluso desde la tapa, donde nos anticipa que hay más que aquello que ven los ojos. En el disco la verdad y la mentira juegan lisérgicas e inmaduras con tu ingenuidad. Las sirenas cantan carnavalitos en la rivera de La Boca y hasta el diablo y la muerte tienen tiempo de pasar a saludar, para atestiguar por ellos mismos que en el cielo y en la tierra, la única bestia digna de ser temida es el propio ser humano.
El disco, al igual que muchos otros discos igual de perfectos tienen la particularidad de representar dos discos en si mismos (como ¿rayuelas musicales?) Uno, es un conjunto de 11 temas que pueden escucharse por separado, y el otro, es un camino musical que arranca en el primer tema y termina en el ultimo, (repetición del primer tema inclusive), aunque efectivamente ocurra esto de que el punto de partida y el punto de llegada son el mismo lugar.
La Renga dejó en el disco un mensaje de libertad, ese aterno capricho, del que tanto hablamos pero muy poco conocemos. Del dolor de vivir y no morir y del inescapable miedo a que algún día esa búsqueda de libertad se termine y el final sea una vez más, el lugar desde donde partí.
Mientras se escuchen los gritos desesperados de los que sentimos asco por esta sociedad, será la tarea del rock, en todas sus formas, transformar ese grito en un canto que tenga cada vez más bocas, y nada ni nadie lo pueda callar.
Te acordas cuando nos fuimos a mar del plata a ver a la renga
ResponderEliminar...y el mismísimo cielo se encargó de la escenografía?
Te acordas cuando nos fuimos a mar del plata a ver a la renga
ResponderEliminar...y el mismísimo cielo se encargó de la escenografía?
como olvidarlo!
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